
El Cónclave Papal y las tecnologías de seguridad
Tecnología de señal bloqueada, vigilancia extrema y ventanas opacas blindan el cónclave contra espionaje satelital y digital
Con la muerte del papa Francisco, el Vaticano se prepara para un nuevo cónclave que tendrá lugar en menos de 20 días. Este proceso secreto, mediante el cual la Iglesia católica elige a su nuevo líder, se llevará a cabo en un ambiente de altísima seguridad y con el uso de tecnologías de vanguardia para asegurar su integridad y el máximo sigilo.
Desde 2005, con la llegada de la telefonía móvil y el avance de las tecnologías de comunicación, se prohibieron los teléfonos celulares dentro de la Capilla Sixtina durante el cónclave. En 2025, la seguridad del proceso enfrenta desafíos aún mayores. Con el aumento de las amenazas tecnológicas, las autoridades del Vaticano deben garantizar no solo la seguridad física de los cardenales y asistentes, sino también prevenir filtraciones de información mediante las redes sociales, los drones, la inteligencia artificial, y los satélites militares.
En cuanto al acceso a la Ciudad del Vaticano, el Cuerpo de Gendarmería se prepara con las herramientas más avanzadas. Aunque los detalles del dispositivo de seguridad aún no han sido revelados, las autoridades cuentan con experiencia en la protección de altos funcionarios frente a los riesgos tecnológicos actuales. Además, la urgencia del momento, pues el cónclave debe celebrarse rápidamente, hace que cada medida de seguridad sea crucial.
La seguridad tecnológica durante el cónclave va más allá de la simple vigilancia humana. Aunque en el Vaticano existe una infraestructura de internet, dentro de las zonas donde se celebrará el cónclave se activarán inhibidores de señal. Esta tecnología bloquea las comunicaciones inalámbricas, evitando que dispositivos como teléfonos móviles o computadoras puedan transmitir información durante las deliberaciones. Además, el personal encargado de la seguridad realiza inspecciones meticulosas de las instalaciones, revisando a cada asistente autorizado y verificando en dos ocasiones a todos los participantes para garantizar que no se introduzca ningún equipo de espionaje.
Una de las amenazas más sofisticadas en este ámbito es la capacidad de los satélites y drones modernos para capturar imágenes de alta resolución. Sin embargo, para contrarrestar esta situación, el Vaticano recurre a medidas simples pero efectivas, como la instalación de películas opacas en las ventanas de los espacios donde se encuentren los cardenales. De esta manera, se asegura que no sea posible tomar fotos desde el exterior, ya sea por parte de la prensa, los satélites o incluso los drones.
La Ciudad del Vaticano, con apenas 0.44 kilómetros cuadrados de extensión, es el país más pequeño del mundo, pero su vigilancia es de una magnitud impresionante. Con más de 650 cámaras de seguridad desplegadas por todo su territorio, el Vaticano cuenta con una red de monitoreo de última tecnología, operada desde un centro de mando subterráneo. Además, la seguridad física corre a cargo de cuerpos altamente capacitados como la Guardia Suiza Pontificia y el Cuerpo de Gendarmería, quienes no solo cumplen funciones tradicionales de seguridad, sino que también están equipados con armamento moderno, incluido fusiles y explosivos.
Este proceso de elección, que congregará a unos 200,000 visitantes una vez que el cónclave haya concluido, refleja el blindaje al que se somete el Vaticano ante las crecientes amenazas tecnológicas. Desde el espionaje cibernético hasta la intervención de drones, cada paso está diseñado para garantizar que el proceso de selección del nuevo papa se desarrolle sin sobresaltos ni filtraciones.